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viernes, agosto 07, 2009

El Puteador

Es una raza que habitualmente se ubica en las populares de cualquier cancha, pero que, sin dudas, sabe en que sector de la tribuna posicionarse. Es mal mirado por las mayorías en las cabeceras, dado que en gran parte, los puteadores son tipos que no saben muy bien el porque, que y a quien putear, pero no puede dejar de hacerlo compulsivamente. El hincha común de las cabeceras, los plateístas, como así también algunos de los palco, al menos tienen algún patrón común a la hora del insulto: la hinchada o equipo rival, los árbitros, lineman o asistentes, los antecedentes o gustos futbolísticos / políticos / éticos / estéticos / socio / económicos de algún jugador contrario emblemático, y en el peor de los casos, a los jugadores propios de bajo rendimiento. Es obvio que los malos directores técnicos y las malas dirigencias también se pueden llevar lo suyo si la situación lo solicita. Pero el puteador nato no hace (ni puede hacer) distinción alguna. Putea a propios y extraños, titulares o suplentes, locales o visitantes, consagrados o debutantes. El tipo tiene la necesidad de saciar su sed de insultos a como dé lugar. Hay casos teñidos por el etil y el metil que registran insultos prematuros a policías previamente al partido y todavía en camino a la cancha; otras veces insulta a hinchas de la misma tribuna solo para tener algún motivo de charla o discusión y hasta a personajes de la TV que estén en el estadio o adyacencias. La artillería usada es de lo más variada y va desde el “boludo” convencional ante un pase yerrado pasando por insultos racistas de distintos tintes y llegando a la fabulación del insulto. En los casos en que la puteada se acompaña de una cantidad importante de argumentación, en todos los casos, esa explicación es errónea, tergiversada y maliciosamente editada para justificar el insulto. Un insulto genuino no necesita explicación para ningún habitante del estadio más allá del sector que se encuentre. Un caso paradójico fue el de Pepe Fuckotovich quien en un encuentro se esmeró tanto por putear que comenzó a putear desde la salida de su casa, cuando puteó a su pichicho por querer escapar junto a él. Después vino la puteada reglamentaria a los de la montada y, ya como cábala, rajarle una puteadita por lo bajo a algún vehículo que transite por ahí. Pepe puteó tanto que no se percató que el partido al que estaba yendo se había suspendido. ¡ La puta madre que los parió ! exclamó Fuckotovich al enterarse.



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