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lunes, mayo 29, 2006

#3 - Waldro Cincoamor (Deportivo Uruguayo)

Nació en Pelotas (literalmente), Uruguay. De familia de grandes y aguerridos números 5. Creció rodeado de las fotos de sus ídolos de la infancia: Michelini, Rosada, Giunta, Bastía, Serna, San Martín, y hasta Ataddía poblaban las paredes de su habitación. Contrariamente a lo pensado, pateó por primera vez un balón a los 11 años, respondiendo a una tradición familiar “patearás una pelota el día que tengas el culo tan pelado como tu abuelo”. El padre de su padre jugó en Danubio, club chico de Uruguay, junto con el tío abuelo del “Pipa” Higuaín y, ya en ese entonces, había tres generaciones de Cincoamor pelándose las nalgas en los campos de juego orientales. Waldro debe su nombre a la indecisión de su padre. No sabía si bautizarlo Walter o Pedro, en honor a sus hermanos, y así surgió la solución salomónica. Como todo uruguayo, tuvo siempre sangre charrúa, fuego sagrado, temple a toda prueba y el termo bajo el brazo. Pero Waldro tenía el plus de los Cincoamor. Una gama de jugadas legendarias y transmitidas de generación en generación, de padre a hijo, desde los viejos tiempos sepias, donde Uruguay todavía era la banda oriental del Virreynato del Río de la Plata y el Centenario tenía un césped envidiable. Con esos antecedentes llegó a nuestro país para defender sus colores patrios, claro, sus principios nacionalistas le impedían jugar defendiendo otras divisas. Jugó en el Deportivo Uruguayo hasta que lo declararon judicialmente “insano mental y físicamente”. Es que además de correr a los delanteros rivales y derribarlos obviamente con tackles deslizantes, también hacía lo mismo con los técnicos que osaban suplantarlo y hasta con los compañeros que lo reemplazaban, tornando así imposible la continuidad del juego. En fin, un auténtico Cincoamor.



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