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lunes, mayo 29, 2006

#2 - Daniel Brown (Palermo Hollywood)

Se negaba rotundamente a que le dijeran “Tata”, como a su padre. Apenas podía llegar a aceptar que le digan “Almirante” porque sonaba más importante y hasta le recordaba al “negro” Robinson, que se ganó unos manguitos tirando la pelotita para arriba. Nunca pudo entender al legendario Juan Carlos Da Vinci, formador de talentos sobre el verde césped y primer técnico suyo en las divisiones infantiles, y eso marcó en gran medida su carrera y su destino. Pese a ello, llegó a Primera División, fue famoso y jugó en Europa (cuando visitó a un tío escocés que tenía un sobrinito bastante hinchapelotas), pero siempre en los entretiempos tomaba su anotador y comenzaba a mirar el techo balanceándose como autista. Su carrera terminó cuando, al volver de Europa, recaló en el Deportivo Italiano y “Fito” Della Picca no toleró su incomprensible conducta. Acorralado por las deudas, se dedicó insólitamente a la literatura por recomendación de un vendedor ambulante que cruzó en el 373 cuando iba a Dock Sud. Como primer y único paso volcó sus anotaciones una a una en un libro que llamó “¿Quien entiende a los DT?”, donde desmenuzaba pormenorizadamente todas sus inquietudes acumuladas, las presentes y las futuras. Obviamente no tuvo éxito, ni en las ventas, ni en las críticas y ni siquiera en su ambiente familiar. Todos apoyaron el mote de fracasado que empezó a pesar sobre sus espaldas, palabras y actos. Hasta que una editora americana le dio un toque de glamour luego de comprarle los derechos por dos mangos, el pancho, la gaseosa y el remis de regreso hasta su casa. Publicó las mismas páginas y llamó al libro “Código Da Vinci” por Dan Brown.



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